La Cultura
El uso de la palabra CULTURA fue variando a lo largo de los siglos. En el Latín hablado en Roma significaba inicialmente "cultivo de la tierra", y luego, por extensión metafóricamente, "cultivo de las Humanas". Alternaba con civilización, que también deriva del latín1 y se usaba como opuesto a salvajismo, barbarie o al menos rusticidad2. Civilizado era el hombre educado.
Desde el siglo XVIII, el romanticismo impuso una diferencia entre civilización y cultura. El primer término se reservaba para nombrar el desarrollo económico y tecnológico, lo material; el segundo para referirse a lo "espiritual", es decir, el "cultivo" intelectuales. En el uso de la palabra "Cultura" cabía, entonces, todo lo que tuviera que ver con la filosofía, la ciencia, el arte, la religión, etc. Además, se entendía la cualidad de "culto" no tanto como un rasgo social sino como individual. Por eso podía hablarse de, por ejemplo, un hombre "culto" o "inculto" según hubiera desarrollado sus condiciones intelectuales y artísticas. Esto es hoy muy frecuente.
La Importancia de la Cultura en la Familia
“Una analogía entre la tradición genética y la tradición cultural”
La cultura, su modificación, transmisión y preservación ha sido uno de los debates más importantes que se ha abarcado en el estudio de las dinámicas sociales. Pues desde los más profundos estudios sociológicos hasta las teorías de Darwin han pretendido determinar de qué factores depende el comportamiento de los individuos y como este comportamiento se aprende y replica de una generación a otra. Basándome en esta búsqueda estableceré una analogía entre la manera en que se transmite la genética y la manera en que se transmite la cultura. Esta relación analógica también se puede aplicar entre los eventuales cambios que se evidencian en las dinámicas sociales de una determinada población a través del tiempo y la teoría darwinistas de la selección natural. Teoría que pretende explicar la manera en que la genética de los individuos cambia y se adapta a diferentes condiciones medio ambientales. Esta analogía nos permite comprender de qué manera las sociedades humanas transfieren su cultura de una generación a otra, con unas ligeras variaciones cuyos efectos se evidencian en el éxito o el fracaso del individuo, que de ser exitoso propiciara una tendencia social a ser imitado por los demás individuos de dicha sociedad, generando un desarrollo social que se produce preservando en todo momento una tradición cultural que garantice el orden y correcto funcionamiento de dicha sociedad.
La cultura se debe entender como una variación del comportamiento, adquirida y mantenida a partir del aprendizaje social, tornándola como algo convencional en la naturaleza, que no depende de determinaciones voluntarias de los individuos, y que muy difícilmente puede llegar a modificarse debido a un consenso social. Este comportamiento se transfiere de una generación a la siguiente a través del marco institucional de la familia, pues las conductas del padre son aprendidos por el hijo debido a una natural practica de mimesis característica en la infancia. Es decir el infante reproduce las actuaciones que observa en sus padres. Es así como características de la conducta trascienden de una generación a otra de un modo vertical creando lo que se podría determinar como una “tradición cultural familiar”.
El uso de la palabra CULTURA fue variando a lo largo de los siglos. En el Latín hablado en Roma significaba inicialmente "cultivo de la tierra", y luego, por extensión metafóricamente, "cultivo de las Humanas". Alternaba con civilización, que también deriva del latín1 y se usaba como opuesto a salvajismo, barbarie o al menos rusticidad2. Civilizado era el hombre educado.
Desde el siglo XVIII, el romanticismo impuso una diferencia entre civilización y cultura. El primer término se reservaba para nombrar el desarrollo económico y tecnológico, lo material; el segundo para referirse a lo "espiritual", es decir, el "cultivo" intelectuales. En el uso de la palabra "Cultura" cabía, entonces, todo lo que tuviera que ver con la filosofía, la ciencia, el arte, la religión, etc. Además, se entendía la cualidad de "culto" no tanto como un rasgo social sino como individual. Por eso podía hablarse de, por ejemplo, un hombre "culto" o "inculto" según hubiera desarrollado sus condiciones intelectuales y artísticas. Esto es hoy muy frecuente.
La Importancia de la Cultura en la Familia
“Una analogía entre la tradición genética y la tradición cultural”
La cultura, su modificación, transmisión y preservación ha sido uno de los debates más importantes que se ha abarcado en el estudio de las dinámicas sociales. Pues desde los más profundos estudios sociológicos hasta las teorías de Darwin han pretendido determinar de qué factores depende el comportamiento de los individuos y como este comportamiento se aprende y replica de una generación a otra. Basándome en esta búsqueda estableceré una analogía entre la manera en que se transmite la genética y la manera en que se transmite la cultura. Esta relación analógica también se puede aplicar entre los eventuales cambios que se evidencian en las dinámicas sociales de una determinada población a través del tiempo y la teoría darwinistas de la selección natural. Teoría que pretende explicar la manera en que la genética de los individuos cambia y se adapta a diferentes condiciones medio ambientales. Esta analogía nos permite comprender de qué manera las sociedades humanas transfieren su cultura de una generación a otra, con unas ligeras variaciones cuyos efectos se evidencian en el éxito o el fracaso del individuo, que de ser exitoso propiciara una tendencia social a ser imitado por los demás individuos de dicha sociedad, generando un desarrollo social que se produce preservando en todo momento una tradición cultural que garantice el orden y correcto funcionamiento de dicha sociedad.
La cultura se debe entender como una variación del comportamiento, adquirida y mantenida a partir del aprendizaje social, tornándola como algo convencional en la naturaleza, que no depende de determinaciones voluntarias de los individuos, y que muy difícilmente puede llegar a modificarse debido a un consenso social. Este comportamiento se transfiere de una generación a la siguiente a través del marco institucional de la familia, pues las conductas del padre son aprendidos por el hijo debido a una natural practica de mimesis característica en la infancia. Es decir el infante reproduce las actuaciones que observa en sus padres. Es así como características de la conducta trascienden de una generación a otra de un modo vertical creando lo que se podría determinar como una “tradición cultural familiar”.
De esta manera se concluye que cada individuo representa una tradición
que se ha forjado durante generaciones y que si bien pueda que esta
tradición cambie, evolucione o se modifique de acuerdo a un contexto
determinado, muy difícilmente lo haga de manera significativa, pues en
muy pocas ocasiones los individuos tratan de cambiar algo de su propia
cultura por una razón de conciencia y lo logran. De manera que es clara
la necesidad de conservar y defender la familia y más específicamente
de defender la tradición familiar para garantizar el correcto
funcionamiento de la sociedad y el proceso de desarrollo cultural que se
da a partir de la memoria, la familia y la tradición.
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